las dos responsabilidades básicas que tienen: (1) disciplinar a sus hijos y (2) instruirlos en las cosas concernientes al Señor. Cada hijo que Dios nos da es una bendición especial de él. No solo nos bendice con el hijo sino también con la promesa que cuando necesitamos ayuda, podemos siempre “acercarnos con confianza al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16). Dios ha prometido que él es “fiel y no [nos] dejará ser tentados
Page 24